Un desasosiego, una vertiginosa
inquietud allí comenzó
a tomarlo por asalto.
En varias direcciones,
febriles iban y venían sus miradas.
Subía y bajaba a la cabeza, expectante.
Era como si esperara alguna cosa
que iba a aparecer entre los aires.
No se sabe.
Un algo fatal e inevitable.
Una cosa obstinada y obsesiva.
Allí esperaba. Fuera de sí esperaba.
La atmósfera se hacía sofocante.
Desvariaba.
Delante de sus ojos
desfilaban rostros sin nombre,
figuradas torturadas.
Se estrechaban las paredes de su cuarto.
Se cerraban contra él.
Los reducían hasta casi desaparecerlo.
Los techos también comenzaban a bajar.
Amenazantes.
Bajaban hasta el centro del suelo.
Lo aplanaban.
Ya nada quedaba de su vida.
Era su propia nada.
En su grieta irrisoria,
ovillado dormía su cadáver invisible.
Francisco Pérez Perdomo (poema extraído del libro "El límite infinito" publicado en el año 1997)
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