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Este blog está orientado a difundir la obra y la memoria fotográfica del poeta venezolano Francisco Pérez Perdomo.
YO TENIA SIETE AÑOS
Yo tenía siete años
y jugaba papagayos en las colinas
cercanas de mi casa.
Al atardecer, mi madre
me sentaba sobre sus piernas
y en voz alta y lastimada
me leía un poeta romántico.
El poeta sollozaba a la luz de la luna
y hablaba de las regiones
oscuras de la muerte.
Yo casi no entendía
pero sin embargo se me iba haciendo
un nudo* en la garganta.
La voz de mi madre, trémula,
a ratos se quebraba.
Nos afligíamos en aquel largo corredor
hasta bien entrada la hora del crepúsculo,
cuando alguien
silenciosamente en los rincones
comenzaba por encender las lámparas.
Mi padre, campesino, sólo parecido
a sí mismo, vigoroso,
se paseaba por el corredor con pasos sosegados
y miraba a lo lejos, en pantalla la mano
sobre los ojos,
como si a lo lejos el destino atisbara.
Mi madre perseveraba en su nostalgia.
Y soñaba.
-No, no Juan, el mundo es otra cosa.
Y mi padre seguía mirando fijamente
un punto remoto en lontananza.
El destino para él no podía estar
en otra parte.
Y por la línea del horizonte
caminaba al revés
y muy adentro entonces a sí mismo se miraba.
Francisco Pérez Perdomo(*En el libro que se publicó dice la palabra: "mundo" pero estuve en casa viendo uno de los ejemplares que le habían dado al poeta, y de su propia mano había una corrección que dice: "nudo". Poema extraído del libro "Y también sin espacio" publicado en el año 1996)
y jugaba papagayos en las colinas
cercanas de mi casa.
Al atardecer, mi madre
me sentaba sobre sus piernas
y en voz alta y lastimada
me leía un poeta romántico.
El poeta sollozaba a la luz de la luna
y hablaba de las regiones
oscuras de la muerte.
Yo casi no entendía
pero sin embargo se me iba haciendo
un nudo* en la garganta.
La voz de mi madre, trémula,
a ratos se quebraba.
Nos afligíamos en aquel largo corredor
hasta bien entrada la hora del crepúsculo,
cuando alguien
silenciosamente en los rincones
comenzaba por encender las lámparas.
Mi padre, campesino, sólo parecido
a sí mismo, vigoroso,
se paseaba por el corredor con pasos sosegados
y miraba a lo lejos, en pantalla la mano
sobre los ojos,
como si a lo lejos el destino atisbara.
Mi madre perseveraba en su nostalgia.
Y soñaba.
-No, no Juan, el mundo es otra cosa.
Y mi padre seguía mirando fijamente
un punto remoto en lontananza.
El destino para él no podía estar
en otra parte.
Y por la línea del horizonte
caminaba al revés
y muy adentro entonces a sí mismo se miraba.
Francisco Pérez Perdomo(*En el libro que se publicó dice la palabra: "mundo" pero estuve en casa viendo uno de los ejemplares que le habían dado al poeta, y de su propia mano había una corrección que dice: "nudo". Poema extraído del libro "Y también sin espacio" publicado en el año 1996)
DE LOS FANTASMAS
1
En las noches
el espectro me hace una señal
Advierto que su dedo está más flaco que antes
Cómo me gustaría hablarle
Decirle "cómo os tratan"
Pero me temo lastimarlo
En cuestión de fantasmas el asunto es distinto
Los fantasmas son personas en exceso sensibles
Cualquier pregunta para ellos se vuelve intolerable
por el esfuerzo que significa
abrir una boca tanto tiempo cerrada
Además el sonido que produce es cosa repugnante
y los hiere
porque es un dedo que escruta en el pasado
El ojo curioso y bizqueante de los vivos
el ojo cruzado por un duelo de lágrimas
los humilla
El espectro me hace una señal
Lo miro con prudencia
ocultando la tristeza que me causa su estado
2
Como nadie los ve
les arrojan aguas encima (a veces
aguas malolientes)
sufren codazos en las calles
Yo los he visto en cuclillas
retorcerse quejarse
Es una desconsideración con los fantasmas
Deambulan por los parques
detrás de las parejas
encima de sus pasos
parando el oído en el susurro meloso de los labios
Son los fantasmas el rebaño de los fantasmas
3
Inmovilizarse como estatua
a los veinte o setenta años
pararse en el centro de la agitación
a lo largo enervante
sin experimentar ningún signo de cansancio
deslumbrarse en la variedad y mutación
de los rostros sin contaminarse
no es cosa en absoluto envidiable
Toda una eternidad por delante
El tiempo necesario el tiempo innecesario
Sin duda una situación
monótona y penosa
como es monótono y penoso
el juego de los colores
cuando se está condenado a llevar el mismo traje opaco
4
Son los fantasmas
El pie de los fantasmas se desliza
en las aguas nocturnas
El pie errante
El pie salvado
El pie sobre el cual ya no hay peso posible
ni voluntad
El pie invulnerable
El pie inmortal
Francisco Pérez Perdomo (poema extraído del libro Fantasmas y enfermedades publicado en el año 1961. Este poema apareció en la Antología de la Poesía Latinoamericana, 1950-1970 editada por State University Of New York Press en el año 1974)
En las noches
el espectro me hace una señal
Advierto que su dedo está más flaco que antes
Cómo me gustaría hablarle
Decirle "cómo os tratan"
Pero me temo lastimarlo
En cuestión de fantasmas el asunto es distinto
Los fantasmas son personas en exceso sensibles
Cualquier pregunta para ellos se vuelve intolerable
por el esfuerzo que significa
abrir una boca tanto tiempo cerrada
Además el sonido que produce es cosa repugnante
y los hiere
porque es un dedo que escruta en el pasado
El ojo curioso y bizqueante de los vivos
el ojo cruzado por un duelo de lágrimas
los humilla
El espectro me hace una señal
Lo miro con prudencia
ocultando la tristeza que me causa su estado
2
Como nadie los ve
les arrojan aguas encima (a veces
aguas malolientes)
sufren codazos en las calles
Yo los he visto en cuclillas
retorcerse quejarse
Es una desconsideración con los fantasmas
Deambulan por los parques
detrás de las parejas
encima de sus pasos
parando el oído en el susurro meloso de los labios
Son los fantasmas el rebaño de los fantasmas
3
Inmovilizarse como estatua
a los veinte o setenta años
pararse en el centro de la agitación
a lo largo enervante
sin experimentar ningún signo de cansancio
deslumbrarse en la variedad y mutación
de los rostros sin contaminarse
no es cosa en absoluto envidiable
Toda una eternidad por delante
El tiempo necesario el tiempo innecesario
Sin duda una situación
monótona y penosa
como es monótono y penoso
el juego de los colores
cuando se está condenado a llevar el mismo traje opaco
4
Son los fantasmas
El pie de los fantasmas se desliza
en las aguas nocturnas
El pie errante
El pie salvado
El pie sobre el cual ya no hay peso posible
ni voluntad
El pie invulnerable
El pie inmortal
Francisco Pérez Perdomo (poema extraído del libro Fantasmas y enfermedades publicado en el año 1961. Este poema apareció en la Antología de la Poesía Latinoamericana, 1950-1970 editada por State University Of New York Press en el año 1974)
SIEMPRE ES ASÍ
A solas, dialoga el hombre
con su sombra. En silencio,
se entregan a conversar
de sus cosas secretas. En
el Libro Indescifrable
han leído las señales
del tiempo. Por muy larga
que sea la vida, saben
de antemano que ella sólo
es un retraso de la muerte.
Y de fijo lo saben.
Pasa y pasa la vertiginosa
fugacidad de los días
y por más que nos ocultemos
en las pétreas tinieblas
ella nos delata. Polvo
que se cierne
sobre los misteriosos oquedales,
nos juzgaba un poeta.
Somos eso. Nuestras cenizas
vuelan en el viento. Nunca
nos podemos bañar dos veces
en las aguas de ese mismo río.
Su corriente es temeraria.
Somos y no somos los mismos.
Se muere porque se vive. No
se sabe de ser alguno
que pasara por la vida
sin llegar a morirse,
como tampoco de seres muertos
que no hubiesen existido.
No hay sobrevivientes.
Están contados nuestros pasos
y se arrastran como reptiles
por el suelo. Las trompetas
del juicio jamás dejan de sonar
en nuestros sueños. Nadie
ha podido morirse antes
ni después de su hora. Se agita
en la clepsidra la tormenta.
Siempre es así.
Francisco Pérez Perdomo (poema extraído del libro La casa de la noche publicado en el año 2001)
con su sombra. En silencio,
se entregan a conversar
de sus cosas secretas. En
el Libro Indescifrable
han leído las señales
del tiempo. Por muy larga
que sea la vida, saben
de antemano que ella sólo
es un retraso de la muerte.
Y de fijo lo saben.
Pasa y pasa la vertiginosa
fugacidad de los días
y por más que nos ocultemos
en las pétreas tinieblas
ella nos delata. Polvo
que se cierne
sobre los misteriosos oquedales,
nos juzgaba un poeta.
Somos eso. Nuestras cenizas
vuelan en el viento. Nunca
nos podemos bañar dos veces
en las aguas de ese mismo río.
Su corriente es temeraria.
Somos y no somos los mismos.
Se muere porque se vive. No
se sabe de ser alguno
que pasara por la vida
sin llegar a morirse,
como tampoco de seres muertos
que no hubiesen existido.
No hay sobrevivientes.
Están contados nuestros pasos
y se arrastran como reptiles
por el suelo. Las trompetas
del juicio jamás dejan de sonar
en nuestros sueños. Nadie
ha podido morirse antes
ni después de su hora. Se agita
en la clepsidra la tormenta.
Siempre es así.
Francisco Pérez Perdomo (poema extraído del libro La casa de la noche publicado en el año 2001)
Francisco Pérez Perdomo
Nació en Boconó, en 1930. Abogado, poeta y critico literario. Formó parte de los grupos literarios Sardio y El Techo de la Ballena. Fue durante varios años Jefe de Redacción de la Revista Nacional de Cultura. Ha publicado en poesía Fantasmas y enfermedades (1961), Los venenos fieles (1963), La depravación de los astros (1966), Huéspedes nocturnos (1970), Ceremonias (1976), Círculo de sombras (1980), Los ritos secretos (1988), El sonido de otro tiempo (1991), Y también sin espacio (1996), El límite infinito (1997), La casa de la noche (2001), Con los ojos muy largos (2006), y Eclipse (2009). En critica literaria Lecturas (1994).
Ha escrito prólogos para distintos libros, entre ellos, las antologías poéticas de Vicente Gerbasi y de José Antonio Ramos Sucre. Como también diversos ensayos en diferentes periódicos y revistas del país. Recibió el "Premio Bienal de literatura José Rafael Pocaterra"(1966), el "Premio Municipal en Poesía del Distrito Federal" (1988) y en 1980 recibió el "Premio Nacional de Literatura". Ha sido traducido a los siguientes idiomas: inglés, francés, italiano, griego y chino.
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